El aumento de la inflación “se ha convertido en un riesgo claro e inminente” y el alza de precios de los alimentos y los combustibles perjudicará a los consumidores con menores ingresos en todas las regiones del mundo.
Mientras la economía mundial sigue
recuperándose de la crisis causada por la pandemia del coronavirus, el Fondo
Monetario Internacional arrojó este martes otro jarro de agua fría sobre las
perspectivas financieras globales e indicó que la guerra en Ucrania
desacelerará el crecimiento económico y avivará la inflación.
LA PERSPECTIVA
En su reciente actualización, la
organización financiera revisó a la baja sus proyecciones de crecimiento mundial
al 3,6% tanto para este año como para el que viene, una estimación inferior a
la prevista en enero.
La corrección del Fondo se debe
principalmente al impacto directo de la guerra en Ucrania y a las sanciones
impuestas a Rusia, que provocan marcadas contracciones para ambos países. De
este modo, las perspectivas de crecimiento de este año para la Unión Europea se
verían recortadas al 1,1% por los efectos indirectos de la guerra.
El Fondo también proyecta un mínimo
crecimiento para América Latina y el Caribe durante este año y cifra en un 2,5%
su alza total anual, tanto en 2022 como en 2023.
DISMINUCIÓN DE PRODUCTOS BÁSICOS DISPARA PRECIOS
Sin embargo, al conflicto en Ucrania hay
que añadirle otro elemento distorsionador como son las “perturbaciones de la
oferta” que ya golpearon a la economía mundial en años anteriores. “Como una
ola sísmica, sus efectos se propagarán a lo largo y ancho del mundo, por vía de
los mercados de materias primas y los vínculos comerciales y financieros”,
señala el informe.
Así, la reducción del suministro de
productos básicos provenientes de Rusia como el petróleo, el gas, los metales,
el trigo y el maíz, estos dos últimos también provenientes de Ucrania, han
disparado sus precios, una situación que ha afectado a los importadores de
materias primas de Europa, el Cáucaso y Asia central, Oriente Medio y el norte
de África y en el África subsahariana.
El resultado del alza de precios de los
alimentos y los combustibles perjudicará a los bolsillos de los hogares con
menores ingresos en todas las regiones del mundo, incluso en América y el resto
de Asia. Además, hay que añadir que el desplazamiento de unos cinco millones de
ucranianos hacia países vecinos, especialmente hacia Polonia, Rumanía, Moldavia
y Hungría, incrementará las presiones económicas en la región.
Las proyecciones a medio plazo se
revisaron a la baja en todos los grupos de países, excepto los exportadores de
materias primas que se benefician de la escalada de precios de la energía y los
alimentos.
La inflación, descontrolada
“La inflación se ha convertido en un
riesgo claro e inminente”, alertan desde la Organización financiera y recuerdan
que antes de la guerra ya había subido por la escalada de los precios de las
materias primas y los desequilibrios entre la oferta y la demanda.
De igual modo, “las perturbaciones
relacionadas con la guerra amplifican esas presiones. Ahora proyectamos que la
inflación permanecerá elevada por mucho más tiempo. En Estados Unidos y algunos
países de Europa ha alcanzado máximos inéditos en más de 40 años, en medio de escasez
de mano de obra”, destaca el estudio.
Además, la guerra también aumenta el
riesgo de una fragmentación más permanente de la economía mundial en bloques
geopolíticos con distintos patrones tecnológicos, sistemas de pagos
transfronterizos y monedas de reserva.
“Un ‘desplazamiento tectónico’ de este
tipo ocasionaría pérdidas de eficiencia a largo plazo, incrementaría la
volatilidad y plantearía un grave problema para la estructura normativa que ha
regido las relaciones internacionales y económicas durante los últimos 75
años”, destaca el estudio.
MÚLTIPLES ESCENARIOS, COMPLEJAS PREDICCIONES
Este cúmulo de incertidumbres arroja una
amplia variedad de escenarios a la hora de emitir proyecciones. Por ejemplo, se
indica que el crecimiento podría desacelerarse más y la inflación superar las
actuales proyecciones si se extienden las sanciones a las exportaciones rusas.
Igualmente, una continua transmisión del
coronavirus podría dar lugar a nuevas variantes de la enfermedad que escapasen
a los efectos de las vacunas, una situación que provocaría nuevos cierres e
interrupciones de producción.
“En este difícil contexto, las políticas nacionales y las iniciativas multilaterales revestirán importancia. Los bancos centrales tendrán que ajustar sus políticas con firmeza para garantizar que las expectativas inflacionarias a mediano y largo plazo permanezcan ancladas”, observa el análisis.
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