El pasado fin de semana en Cundinamarca y Bogotá se llevó a cabo un papatón, una estrategia para ayudar a los papicultores, afectados por los bajos precios, la caída en las ventas y el impacto de la pandemia en el sector agrícola, el cual fue un éxito total.
Por: Juan David Beltrán
La estrategia tenía como meta la venta de 600
toneladas, se vendieron más de 2000 toneladas en los peajes del departamento,
sitios concurridos durante los puentes festivos, lo que representa $1.455
millones.
Si bien este es un alivio momentáneo para los
papicultores, no es menos cierto que se requiere como país pensarnos una
política pública agraria que permita dignificar la labor de los campesinos y
no lo reduzca a la solidaridad de los ciudadanos sino al pago justo de un
trabajo noble y vital para el progreso del país.
Según la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el mundo debería tener 3,75
millones de hectáreas por año para la siembra de alimentos para satisfacer la
demanda hasta el año 2030. Pero según el Foro Económico Mundial, la demanda
crecerá el 70% para el año 2050.
Hoy, Colombia solo emplea 24% de sus 22
millones de hectáreas aptas para el desarrollo agrícola y agroindustrial. Si
bien esto pone en evidencia un rezago frente al 97% de uso de tierras aptas por
parte de Estados Unidos y la Unión Europea, también representa una oportunidad
para que Colombia aproveche su potencial.
Uno de los principales problemas del sector
agrícola es la falta de infraestructura, según la Sociedad de Agricultores de
Colombia. Gran parte de las tierras aptas para el agro se encuentran en Arauca,
Casanare, Meta, Vichada, Guaviare y Guainía. Al encontrarse lejos de los
principales puertos exportadores del país, encarece los costos de transporte.
Estos territorios podría ser la oportunidad para la siembra de granos y
cereales, que el país hoy no produce de manera suficiente en relación con la
demanda actual.
Ahora, en el Departamento de Cundinamarca los
únicos afectados no han sido los papicultores. Más de 1.000 hectáreas en el
Departamento son utilizadas en la producción de frutales, cacao, caña de
azúcar, forrajes, frijol, habichuela y arveja, entre otros, todos afectados por
los precios bajos y la pandemia.
La problemática de la cadena de la papa y de
la producción agropecuaria en el departamento de Cundinamarca se puede resumir
en los siguientes aspectos con sus respectivas causas:
1. Altos costos de producción.
• Bajos niveles de uso de semilla
seleccionada o certificada
• Excesivo e ineficiente uso de fertilización
y plaguicidas
• Bajos niveles de mecanización.
• Poca o nula accesibilidad a créditos o
subsidios económicos.
• Costos elevados de insumos agropecuarios.
• Costos elevados de los fertilizantes.
• Falta de acceso a mecanización e
implementación de tecnologías adecuadas para la preparación del suelo.
• Logística deficiente de transporte.
• Mano de obra escasa y poco calificada.
2. Mínima utilización de material vegetal
semilla adecuada, seleccionada o certificada.
• Bajo nivel de acceso de semilla
certificada.
• Oferta mínima de semilla certificada.
• Alto costo en la compra de la semilla
certificada.
• Mínimo acceso a semillas seleccionadas adecuadamente.
3. Manejo tradicional y poco tecnológico de
los cultivos.
• Falta de asistencia técnica.
• Bajo nivel de escolaridad de los
agricultores.
• Asistencia sesgada de casas comerciales.
• Manejo fitosanitario basado en tendencias y
creencias y no en diagnósticos técnicos.
• Manejo inadecuado de moléculas y productos
Fito tóxicos.
• Ausencia de políticas agrarias que redunden
en el desarrollo rural.
• Apatía a la implementación de tecnologías
de riego.
• Costos elevados de los elementos e
implementos para riego
• Perdida del relevo generacional
4. Bajos niveles de productividad.
• Manejo tradicional de los cultivos.
• Falta de asistencia técnica.
• Bajos niveles de uso de semilla
certificada.
• Ineficiente y excesivo uso de fertilizantes
y plaguicidas.
• Fenómenos climáticos adversos (Fenómeno del
Niño y Niña).
• Mínimos procesos de agregación de valor.
• Mínimo acceso a mercados especializados.
5. Monocultivo.
• Desaparición de cultivos de cereales en
zona fría.
• Falta de generación y transferencia de
tecnología de sistemas productivos alternativos.
• Poca diversificación.
• Afectación directa sobra la seguridad
alimentaria.
• Perdida de tradiciones ancestrales.
• Aumento de la frontera agrícola.
• Poca diversificación.
• Aumento de la resistencia, incidencia y la
severidad de las plagas y enfermedades.
6. Ineficientes sistemas de comercialización.
• Altos niveles de intermediación.
• Bajos niveles de valor agregado.
• Escasa asociatividad de los productores.
• Alta fluctuación de los precios.
• Disminución del consumo per cápita.
Así las cosas, identificados los problemas,
se requiere el diseño de una política pública que permita contrarrestarlos,
diseñar canales de distribución directa que elimine a los intermediarios y
despolitizar las instituciones que tienen como misión promover y apoyar el
sector agrícola.
Los campesinos son el eje central de la seguridad alimentaria, si ellos son vulnerables todos somos vulnerables. La política pública actual fracasó y los recursos públicos deberían priorizarse para dignificar el trabajo de los campesinos.
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