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Historia de un empresario de moda



Con una mirada atónita por su imponencia, llegó a Bogotá luego de pasar varias horas de viaje pensando qué sería de su futuro. Sin haber terminado su bachillerato pero con variadas experiencias Luís Alberto Suárez Sierra, más conocido como “Beto”, se enfrentaba la década pasada a una metrópoli que no conocía sino solo por TV y en la cual aspiraba a triunfar.

Había llegado de Valledupar, su tierra natal, en la que nació en los 80 y en la que creció en el seno de una familia humilde de 9 hermanos, de los cuales él es el penúltimo. Su madre, años después de la muerte del Señor Suárez, padre de Beto, rehízo su vida con un hombre que le dio el ejemplo de hombre a la casa y que ayudó a mantener el hogar, de precarias condiciones.

Beto encontró su vocación gracias a su hermano. Siempre lo veía hablar por micrófono en los picós, narrar partidos de fútbol y hasta cantar la música de su ídolo, Diomedez Díaz. Ahí se sembró la semilla en Beto de representar artistas. Cada vez que se planeaba un evento en el colegio, Beto siempre proponía la participación de su hermano. “Lo llevaba y a veces gratis, no sé cómo hacía para sacar plata, pero de niño me la rebuscaba para tener la platica en mi bolsillo y eso daba para que mi hermano cantara”, afirma Suárez con una amplia sonrisa. Para ello buscaba en cualquier esquina de Valledupar un acordeonero, un cajero y un guacharaquero y los ponía a disposición de su hermano para que éste cantara en el colegio. Se sentía orgulloso de ver cantar a su sangre y eso lo motivaba cada vez más para ir en búsqueda de su propio sueño, con tan solo 11 años. 

Sin embargo Beto era de un hogar en donde no existían ni lujos ni comodidades. Eran 11 bocas para alimentar y a medida que cada hermano iba creciendo, iba agarrando camino. A Beto le tocó a los trece años. Su madre le había dicho, mientras le enseñaba a trabajar, que la vida que tendría que afrontar era dura, más aún sin estudio. Por entonces le ayudaba a ella a atender una pequeña tienda, y además se levantaba todos los días a las 4 de la mañana para, entre semana, ir a la escuela y atender la tienda en la tarde, mientras que los fines de semana se iba al mercado a lavar papa, cebollín y a hacer mandados para entregar el dinero ganado a su madre. “Y ahí si como dice la canción de Omar Geles, uno sin saber que iba a hacer mamá con esa plata y era para alimentarnos, para comprarnos un cuaderno, para ir a la escuela”, recuerda Beto nostálgicamente.

Dejando botado un cupo que había conseguido con palanca en uno de los mejores colegios del “Valle” en el cual cursaba 7 grado y, despidiéndose difícilmente de su madre y su hermana -con quien vivía para el momento-, a los catorce años, por causa de problemas dentro de la familia y de la complicada situación de seguridad que existía por la época en la capital del Cesar, Beto cogió para Santa Marta y llegó a vivir a donde una tía. 

Allí se le hizo difícil permanecer pues “tú sabes que cuando uno llega a casa diferente, entonces ya los tratos no son iguales... ya lo cogen a uno como el mandadero y la verdad no pude aguantar en esta casa”, cuenta Beto, quien decidió entonces salir de allí. 

Vendiendo cocadas, boli y panes principalmente, empezó a rebuscársela en las playas de la bahía más hermosa de América, con lo que se ayudaba para pagar una pieza, de donde lo sacaron varias veces por no poder reunir lo del arriendo. “Hubo un tiempo que lo que trabajaba no me daba para pagar la pieza y cogía mi maleta me tocaba para la calle, y dormía en la calle, en la playa, en los puentes, y le doy gracias a Dios porque nunca me guió por un camino diferente”, afirma Beto mientras que en su mirada se empieza a notar un brillo especial.

Con 15 años cumplidos retumbaba en su cabeza la idea de hacer teatro y por entonces asistía a una iglesia. “Un día vi una obra de teatro en la iglesia que me encantó y yo busqué a la directora de la obra para pedirle una oportunidad pero el elenco ya estaba completo, así que fue hasta un día en que uno de los personajes no llegó, y que yo estaba ahí, cuando tuve la oportunidad”. Los espectadores quedaron impresionados con la interpretación hecha por Suárez y fue en ese momento cuando Beto se dio cuenta que podía llegar más lejos. Se apoderó de la obra y, haciéndole unos ajustes, se rebuscó en todas las instituciones educativas de la ciudad logrando presentar la obra prácticamente en todas.

Con esa primera experiencia en el mundo del espectáculo, siguió tocando puertas hasta llegar a Tele Costa canal 9. A pesar de su juventud “se fue por la orillita”, como afirma, y luego de insistir varias veces y a pesar de escuchar no muy buenos comentarios de su talento por parte de integrantes antiguos del medio, logró comenzar su primer programa de televisión.

“Cuando me dieron la oportunidad me dije no, yo no puedo desaprovechar esa oportunidad, tengo que entregar todo, darlo todo así me toque seguir trabajando, y más duro, para llevar a cabo el objetivo”, prometió, y fue así que con “El Show de Beto” en Tele Costa se empezó a dar a conocer más ampliamente, gracias al apoyo de Orlando Cegrera. Pero no le alcanzaba el dinero “porque para crecer es necesario que haya un buen trabajo y que económicamente te vaya muy bien para llegar a donde quieres llegar”, dice Beto, a quien a raíz de eso se le ocurrió la mejor idea que haya podido dar a luz: Beto Suárez Producciones.

Mientras hacía televisión, hacía radio y ya había conseguido algunas personalidades con las que montó la obra de teatro que sacó de la iglesia, empezó a promover artistas, tal cual hacía con su hermano a los 11 años. Fue en el comienzo de Blindaje 10, el primer grupo que promocionó, que se iba para las veredas, alquilaba salones comunales y hacía casetas, llegando a todo el departamento del Magdalena, alimentándose de esa experiencia que le consolidaría la idea de ser ese puente para que los artistas, todo el que quiera llegar, llegue. Con humildad Beto reflexiona que puede ser eso para lo que Dios lo ha encomendado.

En el ocaso de su estadía de cerca de diez años en Santa Marta, llegó la producción del Canal RCN a grabar la novela “La costeña y el cachaco”, y le recomendó a sus muchachos, los de la obra de teatro, que se presentaran al casting. Dos de ellos pasaron, pero le dijeron que no era justo que siendo él, Beto, quien los había iniciado en las artes escénicas, no se presentara al casting. Beto hizo caso y se presentó. “Pasé el casting e hice un personaje muy bonito que era uno de los hermanos de Titina en la novela; fue muy corto pero fue una experiencia muy bonita”, recuerda Suárez Sierra detallando que presentó el casting, compuesto por tres filtros, junto a Pedro Palacio, quien por esa época acaba de salir de la casa estudio de Protagonistas de Novela. Luego de eso arrancó de nuevo para la tierra del Cacique Upar.

Sin embargo de regreso a su tierra natal, y con la responsabilidad de tener familia, no pudo consolidarse aunque trabajó como reportero deportivo en el noticiero CNB. Una nueva situación difícil le obligó a buscar nuevos horizontes, mucho más lejanos que los que había recorrido hasta el momento, pues ya había peregrinado por varios departamentos vecinos con su eventos. Era momento de ir a la gran ciudad.

“Cuando llego a la Capital lo hago porque dije ‘no acá las cosas no están funcionando, ya tengo familia, hijos, tengo que asumir muchas responsabilidades, más de las que asumí cuando salí de casa’. Siempre me costié todo, nadie nunca me regaló nada”, rememora Beto quien cuenta además que llegó a vivir en donde una hermana que había llegado algunos años atrás y que empezó desde ceros, a trabajar en la “rusa”. Allí duró más de un año y empezó como ayudante de albañilería y terminó como oficial de primero construcción y luego acabados.

Pero el destino le tenía preparado a Beto un panorama distinto. "Me encontré con varios amigos y me dijeron hey tú que haces aquí en Bogotá, vente para el centro que aquí te pagan mejor", afirma Beto y así era, pues mientras que ganaba, por la época, 12 mil pesos trabajando doce horas, podría ganar en lo suyo casi el triple y trabajando menos tiempo. "Me dijeron que con ese vozarrón que tengo, con esa energía, que le hiciera de una. Y yo tiré ese balde de una, chao. Y me fui." rememora Beto quien empezó a laborar en almacenes en el sector de San Victorino, animando y promocionando y fue ahí donde lo vio un paisa que le ofreció hacer lo mismo pero con bailarinas y artistas en municipios de la Sabana. Ni mandado hacer para él, que se consiguió unas niñas lindas y un grupo llamado Alto Rango y en ese momento regresaba a la senda por la que transitaba en la costa. Beto Suárez Producciones se encargó entonces de proveer a almacenes de locutores, modelos y artistas. Lo llamaban para Funza, Mosquera y otras localidades que no conocía y fue en ese ejercicio que empezó nuevamente a ascender su carrera, a realizarse su sueño. 

En medio de la amplia competencia logró llegar a una de las emisoras más importantes de Bogotá, lo que le abrió muchas puertas para continuar con la gestión de locutores, que era lo que le daba para comer, principalmente, y le abría plazas para hacer eventos. En medio de eso se conoció con Ruben Giraldo, un paisa al que le llamó la atención el trabajo del costeño y le ofreció inaugurar un almacén de variedades y novedades. Sin dudarlo aceptó y fue así como llegó a Facatativá. Llegó muy temprano a organizar la logística para inaugurar, ese día, sin pensar que sería allí donde nuevamente se le presentaría otra oportunidad, de no solo llegar a los medios, sino de radicarse definitivamente y conformar un hogar. 

Al segundo día de la inauguración, pasaba por allí uno de los socios de MegaCable, un sistema comunitario de T.V por cable que acababa de llegar al municipio y que contaba con la licencia del canal local. "Me dice'oiga es que yo tengo un canal acá y me gusta su timbre de voz, su energía', y yo le dije que podía mostrarle lo que había hecho en los canales regionales de la Costa, a lo que me dijo que sí", narra Suárez, agregando al tiempo que llegó el lunes siguiente, terminando la reunión con éxito. Venía todos los sábados a hacer el programa de T.V, pero llegó un momento en que todo empezó a girar entorno a su estadía en Facatativá y por lo mismo decidió radicarse en el municipio. "De eso hace siete años y le doy gracias a esta tierra porque es un buen vividero y a pesar de que aquí no he conseguido las cosas que tengo ahora, me siento facatativeño, adoro esta tierra y aquí es donde tengo a mis mejores amigos", confiesa con orgullo el vallenato. 

Con un modesto equipaje llegó a su nuevo municipio de residencia y continuó trabajando, paralelamente al proyecto de T.V, con sus locutores. "En los todos almacenes me veían trabajando y todos me querían, tanto así, que yo mandaba locutores a trabajar y no, querían a Beto Suárez. Yo cobraba 50 y a Beto Suárez le querían pagar 120, 150 para que fuera" cuenta sonrientemente y dice además que a pesar de que está en otra etapa de su carrera, si lo llaman un fin de semana para animar, él lo hace con todo gusto pues fue lo que le permitió sobrevivir en un principio, y crecer luego, en Facatativá, último punto de llegada y su nuevo punto de partida. 

Beto, animador por naturaleza, logró también empezar a trabajar con una empresa de licores con la que empezó a recorrer todo el departamento animando Ferias y Fiestas y su energía hacía emocionar a la gente, lo que terminaba en que, al bajarse de la tarima, los diferentes alcaldes le pidieran el número para llamarlo luego. "Me felicitaban, me agradecían y aproveché nuevamente el momento de fama y cuando los alcaldes me llamaban, yo ya llegaba a presentarme ante ellos con el portafolio debajo del brazo y les decía que tenía estos y tales artistas, lo que veían con buenos ojos", rememora Beto. 

Con ese apoyo empezó nuevamente la era de los grandes eventos. Inició haciendo pequeños eventos de amor y amistad en el coliseo local, para luego dar el gran salto a los grandes artistas. Realizó con Silvestre Dangond dos presentaciones en Facatativá -con lleno total- y uno en Madrid al que llegaron 4800 personas. De Madrid arrancó para Cachipay y de ahí para todo Cundinamarca, en donde en los últimos 4 años no hizo más que Ferias y Fiestas. Yacopí, Pacho, Paime, San Antonio del Tequendama, Quipile, Zipacón, Bojacá, entre otros municipios, son algunos de los cuales donde ha realizado los más importantes y donde ya lo consideran un profesional, un gran empresario. 

A hoy, Beto Suárez Producciones cuenta con un portafolio de cerca de 250 artistas, de los cuales los más reconocidos son Silvestre Dangond, Maluma, Nicky Jam, el Gran Combo de Puerto Rico, Víctor Manuelle, Maelo Ruíz, Peter Manjarrés, Omar Geles y Rikarena. Expone Beto que sin lugar a dudas el evento que más lo ha marcado es el que realizó con el Cacique de la Junta, Diomedez Díaz, del cual aprendió mucho. Beto también ha sido el encargado de "intermunicipalizar" a varios artistas facatativeños y sostiene que "hay mucho talento en Facatativá y puedo decir que soy el único empresario que ha sacado y apoyado a los artistas a presentarse fuera de Faca. Le he aportado mucho a los artistas en Faca. Pocos son los que se quedan por fuera. A cerca del 80% le he dado la oportunidad de trabajar." 

Pero no todo ha sido color de rosa en su más reciente municipio de residencia. En 2011 Beto Suárez hacía parte del equipo de trabajo del entonces candidato por el Polo Democrático Alternativo, Diego Garzón Plazas, y era Beto uno de los candidatos de su lista al Concejo, a donde no llegó. Pasadas las elecciones, el entonces alcalde electo llamó a Garzón para que fuera Secretario de Gobierno. "Él nos llama y cuando llegamos allá nos da la noticia del ofrecimiento del entonces alcalde electo para que fuera Secretario. Yo no me opuse, al contrario lo apoyé", sin embargo el pago recibido por Suárez fue la temprana clausura -a la medianoche- de un evento que éste realizaba y en el que había invertido todos sus recursos. "Entonces a las 12 de la noche llegó este amigo -aún nos hablamos- me manda la policía y me cierra. Fue una desilusión muy fea". 


Sin embargo este no sería el primero ni único suceso desilusorio para Beto en Facatativá. Cuando el hoy Representante a la Cámara liberal por Cundinamarca, Óscar Sánchez León, era alcalde, Beto propuso hacer el festival vallenato en Facatativá, aprovechando la gran acogida de esté género, a lo cual Sánchez León, primero le dio viabilidad, pero luego se la negó -dice Beto- por la envidia de algunos que envenenaron la mente del entonces alcalde. 

Sin embargo no se rindió, pues narra Suárez que "ya tenía la ciudad empapelada y dije no, yo lo hago porque lo hago pero yo no voy a quedar mal, porque si algo he tenido es que mi imagen ante todo, siempre la responsabilidad, yo no puedo quedarle mal a mi gente en lo que hago. Entonces había una finca que se llama Zipalandia y me fui con toda mi producción, con todos mis artistas para ese sitio. Me llegaron como unas 600 personas pero me sentí feliz y le quedé bien a la gente. Dos días antes del festival hice perifoneo y la gente me llegó y ahí fundé el primer festival vallenato en Facatativá. 

Su meta desde un principio era ser alguien en la vida, y en específico su sueño era ser Representante de Artistas, en lo que sigue soñando y lo que, además de su hija y su novia, es el motor que le empuja a levantarse cada mañana. Es un persona sonriente, pero exigente y mantiene una relación con una reconocida facatativeña que ocupa un importante cargo en la Cámara de Comercio, a la cual le agradece a Dios por haberla puesto en su vida no solo para acompañarlo, sino para enseñarle bastante, por lo que él dice que le debe mucho. Hoy Beto sale de su casa con el mismo objetivo por el que salió de su casa en Valledupar: conquistar el mundo. "Salgo entre semana a visitar los municipios, a los alcaldes, a los diputados, mis amigos y cuando llega el fin de semana a hacer por supuesto algo que nunca he dejado de hacer que es televisión, con el programa Supersábado con Beto Suárez, que se emite por Más T.v canal 3 de Cablemás. 

Su idiosincrasia y su trabajo le han hecho amante de la buena parranda. En Valledupar, comenta él, es muy normal disfrutar con alegría de unos tragos y un buen vallenato. "Eso lo lleva uno. De niño ve parrandear a sus amigos a sus hermanos; en la casa siempre hubo parranda. Entonces en la costa la parranda es algo muy cultural es algo que nace en mi tierra natal", confiesa franca y abiertamente con una marcada sonrisa, aunque también reconoce que la parranda es algo que también le ha dado mucho y lo proyecta. 
Dentro de mediano plazo Beto aspira a continuar llevando buenos artistas a la mayor cantidad de lugares, incluyendo el exterior, ya sea con conciertos que visiona a nivel internacional, los cuales ya ha tenido que aplazar por motivos ajenos, o ya sea con más ferias en el departamento y el país, para lo cual dice que "no es solamente llegar sino saber llegar. Con mucho profesionalismo, con toda esta experiencia que he tenido y por sobretodo con mucha responsabilidad y con calidad." 

Beto ha sido un trasegar complejo en la vida. Salido de niño de su casa con un firme sueño, para él, pero quizá para el destino su propia vocación. Ha recorrido lugares y recogido experiencias en las que encontró personas con las cuales se siente agradecido por haber creído en su prematuro proyecto de vida. Su familia, Orlando Cegreira, los paisas, Facatativá, su actual pareja con quien goza de una relación estable, MegaCable, Más T.v canal 3 de Cablemás, a los artistas de su portafolio, alcaldes y gobernadores y a muchos más que, dice él, quizá se le quedan por fuera, le ayudaron a llegar donde está. 

"Puedo decir que fui una escuela para algunos de esos grandes actores que uno hoy los ve en RCN y Caracol y uno dice ¡wow!. Y no me da nostalgia, me da más bien orgullo, porque es que la gente te dice 'bueno tú por qué no pudiste, por qué no estás allá, por qué no eres famoso en estos momentos', y yo les digo no, yo creo que Dios me ha encomendado para otras cosas y me he sentido orgulloso de ser ese puente para que los artistas , todo el que quiera llegar, llegue. Eso he sido yo y ya, y me siento contento con eso", concluye serenamente. 

"A mi me falta mucho por recorrer, creo que apenas ahora estoy comenzando y quiero seguir aprendiendo. Soy de los que aprende de todo y de todos, de mi madre, de mi padre, de los niños, de los ancianos. Dios quizá no me dio la oportunidad de tener un cartón, pero ya casi lo logro, me siento un buen profesional, y a pesar de eso lo que puedo enseñar a cualquier persona en cualquier ámbito laboral es perseverar y la clave del éxito, estoy seguro, está en la constancia. Lo otro es amar lo que haces, eso es fundamental pero para que logres todo eso debes tener unos principios unos valores. Ama a tu prójimo pero primero ámate a ti mismo, es primordial. Siempre ve con fe con buena fe a hacer las cosas. nunca lo hagas ni siquiera por el dinero que vas a recibir, hazlo con amor. Sé constante en todo lo que hagas", afirma Beto con humildad. 

Luego de cerca de 20 años después de haber salido de casa, de haber dormido a la intemperie -a lo que dice que por eso comprende mucho a los habitantes de calle y siente afecto por ellos-, de llegar a aguantar hambre para darle a sus hijas, hoy se reconforta en una cómoda vivienda propia en el sur del municipio, le da estudio en un colegio empresarial a su hija, que vive con él, anda en su carro y lo espera Hollman Xavier para hacer una gira por latinoamérica. Luis Alberto Suárez Sierra, Beto, un facatativeño adoptado que ha entregado cultura colombiana desde el cercado fuerte al final de la llanura.

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