Así lo revela el director de El Observador Siglo XXI, quien se desplazaba el pasado viernes, junio 26, en el bus de número interno 230 y quien llevaba consigo un costoso equipo audiovisual que traía de llevarle a hacer mantenimiento.
El joven director de este medio de
comunicación da a conocer a través de este sitio web la irresponsabilidad del
conductor de la empresa Expreso de la Sabana, el cual detuvo la marcha del bus
y lo instó a descender del mismo en medio del recorrido en su retorno hacia el
cercado fuerte al final de la llanura.
UN LAMENTABLE EXPERIMENTO
El pasado viernes el periodista Alejandro León Rodríguez salió para la capital en horas de la mañana, calculando llegar hacia el medio día -momento en el que abre el comercio en el Distrito tras la orden dada por la alcaldesa mayor Claudia López en razón a la pandemia-, para hacerle reparación a uno de los equipos de video que tiene a disposición, precisamente el de mayor valor: una cámara de video semiprofesional Sony HD1000, artículo al cual era necesario hacerle mantenimiento preventivo en su sistema de filmación.Para llegar a Bogotá, el comunicador llegó
hasta la Central Única de Despachos que aún se encuentra ubicada en el antiguo
Molino San Carlos -lo cual un juzgado prohibió- y decidió montarse en un
vehículo adscrito a la empresa Transgalaxia, cuya capacidad es menor que la de
los vehículos de las demás empresas pero cobra unas monedas de más sin importar
el destino, la cual no detuvo su marcha más que al son del trancón a la altura
de Mosquera, cerca al río Bogotá.
Con la cámara revisada y de nuevo en óptimas
condiciones a juicio del técnico de cámaras del sector de la 38 en la Zona
Industrial, y unas compras hechas en el centro, el periodista al salir de la
estación de Transmilenio Américas Cra 53A y cruzar el puente decidió subirse al
vehículo 230 de Expreso de la Sabana y “a la altura de Jardines de Los Andes,
finca Amancay, el conductor paró la marcha del vehículo durante algunos
minutos, lapso de tiempo durante el cual se subieron 3 personas, dos mujeres y
un hombre”, relató León en un correo enviado a sabanasas@gmail.com,
dirección proporcionada por Nelson, jefe de rodamiento de la empresa, quien
dijo en contacto telefónico que iba conduciendo y que virtualmente recibiría la
queja y respondería las inquietudes para resolverlas en el término de no más de
tres horas, lo cual no sucedió.
El fundador de este medio de comunicación
prosiguió su relato indicado que “las mujeres se sentaron una de la otra sin
respetar el distanciamiento social y el hombre se sentó a mi lado en los
puestos que se encuentran justo detrás del asiento del piloto. No me percate de
inmediato porque venía leyendo un libro, pero me di cuenta del hecho a la
altura del peaje de El Corzo. Al percatarme le indico al ciudadano que estaba a
mi lado que por favor se retire, a lo cual no hace caso, por lo que le comento
la situación al conductor, recibiendo de su parte la invitación a bajarme del
vehículo, el cual ya había parado su marcha. Una vez en el pavimento, me subí a
otro bus y le tomé foto desde atrás al vehículo que me dejó botado.”
PREGUNTAS SIN RESPUESTA E INDIGNACIÓN EMPÁTICA
Para realizar el reporte, se le indagó al jefe de rodamiento de Expreso de la Sabana que:1. ¿Cómo garantiza la empresa que los
conductores cumplan con los protocolos de bioseguridad durante los recorridos?
2. ¿Por qué se molestan los conductores de la
empresa cuando se les hace el llamado de atención al respecto, si es por la
seguridad y salud de todos, y no por capricho, que les hacen observaciones?
3. ¿En caso de tomar cartas en el asunto frente
al conductor, ¿qué acciones se tomarían?
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